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Ángel Sanz Briz, el ángel de Budapest
- Nicanor Florentino
- 11 jun 2016
- 3 Min. de lectura

11 de junio de 2016
Hoy recordamos la muerte de Ángel Sanz Briz, “el Ángel de Budapest”. Hace 36 años moría en Roma este aclamado diplomático, siendo repatriado su cadáver a España con todos los honores. Su papel fundamental, el que jugó en Budapest, en 1944, en los estertores de la II Guerra Mundial. Gracias a ello fue nombrado como Justo entre las Naciones, así como varios reconocimientos a su gran labor.
Y es que en los últimos estertores del III Reich, cuando ya solo quedaba la opción de aplicar la Solución Final, Briz se encontraba como encargado de Negocios y jefe de la legación española en Budapest. Este hombre consiguió salvar a 5000 judíos del Holocausto, expidiendo pasaportes y salvoconductos españoles, con el fin de que pudiesen abandonar el país y salvarse del exterminio.
Nació en Zaragoza en 1910, y tras estudiar Derecho, ingresó en la Escuela Diplomática en 1943. Durante la Guerra Civil, se alistó voluntariamente en las filas de las tropas franquistas como conductor de camiones del Cuerpo del Ejército Marroquí, y tras finalizar la Guerra fue designado encargado de Negocios en El Cairo. En 1942 es enviado a Hungría.
A medida que avanzaba la guerra, España, país neutral pero que había mantenido relaciones bastante amistosas con Alemania, empezó a aumentar sus contactos diplomáticos con británicos y franceses, y más adelante estadounidenses.
En este contexto, la situación de Sanz Briz, con tan solo 34 años, en Budapest era algo tensa. Había llegado a Budapest en 1942, cuando Hungría, aunque aliada de los alemanes, aún era independiente. Pero en 1944 los nazis se hacen con el poder, y España llama al embajador de vuelta a nuestro país. Sanz se queda al cargo de la embajada, y poco después manda a su mujer embarazada y a su hija a España, por el peligro de los bombardeos. Con los nazis en el poder en Hungría, con los que en principio hay una relación amistosa, pero que va a menos, se empezó a desatar una mayor persecución contra los judíos.
Ángel empezó a mandar telegramas a Madrid alertando de la delicada situación de los judíos, ya que él no tenía la suficiente autoridad como para emitir estos pasaportes o salvoconductos. Tras conseguir el permiso, ya solo quedaba la forma de llevarlo a cabo. Se decidió apoyarse en un decreto de Primo de Rivera, del 20 de diciembre de 1924, por el cual se reconocía como españoles a los descendientes de aquellos judíos sefardíes, expulsados por los Reyes Católicos en 1492. Aunque no estaba en vigor, pues tras la llegada de la II República se suprimió, se consiguió sacar pasaportes para 200 judíos húngaros descendientes de sefardíes.
Pero pronto estos pasaportes se fueron extendiendo a todos los miembros de la familia, a aquellos que tuviesen algún familiar sefardí, y finalmente a todo aquel que se pudiese.
Briz acogió a los que pudo en su casa, aumentó los límites de la embajada para poder cobijarlos, e incluso acudió a hospitales de la Cruz Roja reclamando enfermos que allí encontraba como españoles.
Ante la inminente entrada de los comunistas en la ciudad, Sanz Briz dejó todos los papeles y asuntos de la embajada española en manos de su homólogo sueco y volvió a nuestra patria.
Posteriormente, fue embajador en Guatemala, México, Perú, Bélgica, y China. Su último encargo fue la Santa Sede, muriendo en Roma en 1980.
En el año 1966, mientras se encontraba como embajador en Ámsterdam, fue nombrado como “Justo entre las Naciones”, la mayor distinción israelita para un no judío. A pesar de eso, Ángel tuvo que rechazarlo, y no se hizo público, por las tensas relaciones en aquel momento entre nuestro país y el israelita. Por aquel entonces las relaciones españolas se centraban más en una buena relación con los países árabes, y de todos es conocido que los judíos y los árabes no se llevan especialmente bien.
Es curioso que el mismo Gobierno que le prohibió recibir este reconocimiento fuese el que le permitió llevar a cabo tal proeza.
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