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Toni Barceló, el terror de los piratas berberiscos
- Nicanor Florentino
- 1 jul 2016
- 3 Min. de lectura
1 de julio de 2016.
Un 1 de julio como hoy, pero de 1783, zarpaba de Barcelona para Argel la escuadra de Toni Barceló, con el objetivo de destruir a los piratas berberiscos.
Este mallorquín, Antoni Barceló, no provenía ni mucho menos de grandes familias de militares, si no que, prácticamente analfabeto, empezó como modesto marino mercante, terminando como Alférez de la Armada española.
Y es que por aquella época, nuestro querido mar Mediterráneo no era precisamente un lugar seguro, debido a la presencia de piratas que, en el momento más inesperado, podían asolar la costa. Y fue por grandes hombres como nuestro protagonista de hoy que se consiguió exterminar a esta plaga.
Toni nació en Galilea (Mallorca) en el 1717, en una familia dedicada al mar, pues Don Onofre Barceló es el encargado de llevar en su jabeque, embarcación rápida y ligera, el correo entre Palma y Barcelona. Desde los 12 años, Toni viaja con su padre, pasando por todos los puestos de la marinería, hasta que, muerto su padre, hereda la nave con 18 años.
Como la mayoría de los marinos de la época, la gran obsesión de Toni son los piratas que ponen en peligro su modo de vida, y que obligaban a construir las ciudades unos kilómetros hacia el interior, para estar más resguardadas. Por ello, los mercantes tenían patente de corso contra los piratas, y a ella precisamente se acogió nuestro protagonista.
Contaba solo con 19 años cuando su barco, León, se encuentra en peligro. Dos barcos piratas argelinos han aparecido en lontananza. Ni corto ni perezoso, Barceló decide darles una lección, se lanza contra ellas y aborda una nave. Los piratas tienen que huir.
Debido a estos méritos, dos años después, Felipe V le nombra Alférez de Fragata.
Nuestro hombre sigue haciendo méritos y en 1748 asciende a teniente de Fragata, al conseguir abastecer a su isla, durante una época en la que unas malas cosechas y grandes temporales la ponían en una angustiosa situación.
Ese mismo año, una flota pirata captura un barco español con 200 pasajeros, entre ellos 13 capitanes del ejército. La Corona piensa en Barceló, al que le entrega el mando de 4 jabeques, que desde entonces se dedicaría a luchar exclusivamente contra la piratería.
Se le concedió una fragata, La Garzota, y en 7 años consiguió hundir 19 barcos piratas, hacer 1600 prisioneros, y liberar a más de 1000 cristianos que habían caído esclavos. A pesar de ello, el negocio pirata continuaba en auge, ya que tenía buenos padrinos, como la República de Venecia, interesada en entorpecer el comercio español.
Toni prefería el combate de proximidad, y gracias a ello realizó un considerable avance en la marina de guerra. Fue en 1779, durante el intento de Carlos III de recuperar Gibraltar. Toni fue nombrado jefe de Escuadra, y tenía el encargo de acosar el Peñón desde el mar, pero se encontró con el problema de que sus barcos poco podían hacer contra los cañones de la fortaleza inglesa. Necesitaba acercarse más, con lo que se le ocurrió una gran idea. Consiguió varios botes de remos, instalando dentro cañones giratorios y morteros. Había nacido la lancha cañonera, que hacía estragos por las noches en la plaza inglesa.
En 1783, ya con 66 años y parcialmente sordo por el estampido de los cañones, se le asciende a teniente general, y Carlos III le encarga una misión ambiciosa, acabar con los piratas de las costas argelinas.
La flota zarpa de Cartagena el 1 de julio de 1783. Un mes más tarde ya está acosando Argel, pero no en la nao capitana, si no en primera línea, a bordo de una lancha. La ciudad queda arrasada, el 10% destruida. Otras repúblicas piratas como Trípoli pidieron la paz. Pero un año después, gracias en parte al dinero veneciano, los piratas argelinos vuelven a atacar. Esta vez, el castigo de Barceló será definitivo. Más de 20000 proyectiles cayeron sobre el nido de los piratas, que se rindieron de forma definitiva.
Llegaba un período de tranquilidad a las costas europeas, que se repoblaron, aumentando la prosperidad de Barcelona, Valencia y Palma. Barceló recibió la Gran Medalla de Carlos III.
Toni pasó a la leyenda, y se le cantaron innumerables coplas como esta:
Si el rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España,
que de los ingleses no.
Barceló ni es escritor,
ni finge ser santulario,
ni traza de pendulario,
ni lleva pompa exterior.
Persuade y no es orador,
su aseo no es presumido,
va como debe ir vestido.
Fía poco en el hablar,
mas si llega a pelear,
siempre será quien ha sido.
Nuestro hombre, que puso fin a la piratería berberisca, murió en 1797, a los 80 años, y siendo colocada una lápida con su nombre en el Panteón de Marinos ilustres de San Fernando.

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